Tenía 10 años y una misión que cumplir. Era su primer amigo invisible. Tenía que encontrar algo por 3 euros. Lo tenía en la cabeza pero no afloraba, sabía que si entraba en todas las tiendas del centro comercial lo encontraría. Estaba entrando por primera vez en la vorágine consumista en la que todos hemos estado alguna vez, mas veces de las que musiéramos. Y se sentía afortunado.
Todo el mundo parecía tan feliz haciendo sus compras que el tiempo se pasó rápido y las tiendas se le fueron acabando. Empezó a ponerse nervioso. La fiesta era al día siguiente y era su última y única oportunidad de realizar la compra. Cuando entró en la última tienda ya sabía que no encontraría allí el preciado botín. Efectivamente era una tienda de relojes y al preguntar por el más barato, además de ser el más feo costaba 30 euros, 10 veces más del límite previsto.
Cogió el metro triste. No era lo que se había imaginado, era mas desesperante, mas agobiante, menos alegre. Pero cuando giró la esquina de su calle se le hizo la luz, era la luz tintineante del "chino" de enfrente, eran la 8 y 20 y seguía abierto, el destino le daba otra oportunidad.
Efectivamente nada más entrar en la tienda la vio, allí estaba esperándole: una barba para disfrazarse de gnomo y no solo eso, además era ignífuga, lo ponía bien claro en las instrucciones. Daba igual que se pasase 2 euros de los 3, era el regalo perfecto.
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