Y llegó el momento y los Santas decidieron no comenzar el trabajo anual, no comenzar a recoger listas y preparar regalos.
Por el contrario se pusieron en huelga, no concebían una Navidad sin amor, y hasta que no llegase el amor no comenzarían a trabajar. Se ataron a los postes de la luz, a los árboles centenarios y a los bancos de la cale.
Reclamaban algo tan básico para ellos que si no se deba como base, no repartirían. Ya ni los niños estaban dispuestos a dar sus regalos viejos y estropeados, los querían todos para ellos.
La reivindicación era la siguiente, que todos los gobiernos del mundo, hasta los más ricos, contribuyesen con un 0,7 de su PIB a una hucha común y los que lo fuesen necesitando fuesen sacando de la hucha. Una vez se vaciase la hucha volverían a llenarla.
A día de hoy ningún gobierno ha firmado, y los Santas siguen atados, vean la foto y su ampliación.
Obsérvese que están organizados, hay uno en cada banco, y están comunicados a través de los móviles que iban a regalar.
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