Al entrar en el nuevo "El Corte Inglés", todos nos dimos cuenta, pero fue la única que se atrevió a decirlo, a regañarlo: "¡Faltaban todas las tildes en la cartelería!", se lo dijo al primer incauto que se acercó a venderle la tarjeta de El Corte Inglés. Fue tal el escandalo que formó, que se la llevaron al cuartito, al que nos llevaban de chicos cuando realizábamos algún hurto y nos pillaban.
No la hemos vuelto a ver.
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