header-photo

En los jardines

En aquel verano la familia no tenía mucho "tiempo" y no fuimos de vacaciones a Daimuz, era agosto del 82 y no eramos suficientes chavales para la manga riega, el jardinero pasaba de nosotros.

Estaba todo aburrido, yo me fui a los jardines y al pasar por la puerta del garaje sobre los que estabam estos jardines, vi que tenía la oportunidad de entrar sin que nadie me viese. Nadie me vio. No sabía donde iba, no había pensado entrar, pero ahi estaba. La puerta se cerró.
Vi, en la semi oscuridad típica de un garaje subterráneo, entrar, por una puerta que no conocía, al guarda, una especie de sereno, lo que ahora sería un guarda de seguridad, le llamábamos "el guri". En realidad yo no conocía nada de aquel submundo. El guri tenía la mirada huidiza de aquellos que algo temen porque algo deben. Le seguí, escondiéndome entre aquellos mil quinientos, seiscientos, cuatro latas.
Entro en un chiscón, miró antes de entrar. Pasaron los minutos, se me hicieron infinitos, seguro que no fueron mas de tres. Entonces volvió a aparecer, esta vez no le seguí, solamente me interesaba aquel cuartito, escondido, oscuro, me atraía. Intenté abrir la puerta pero no se podía, estaba cerrada. No podía ser, aquel miedo sufrido no me iba a llevar a ningún lado. Me quede pensando y de repente un ruido sordo, un estruendo, era el otra vez. Se le había caído lo que traía. Su torpeza me salvó, me dio tiempo a esconderme detrás de un mini azul.
Cuando recogió todo se acercó y volvió a entrar. Esta vez no estuvo mas que un instante. Al salir, tenía prisa y no cerró con llave. Podía entrar.
Entré y lo que vi me heló la sangre. No podía ser, bueno si podía ser porque era. Aquello era mas grande de lo parecía por fuera. Dos paredes de unos cuatro metros metros llenas de balones y pelotas de fútbol pinchados y colgados como trofeos, clavados en la pared. Aquel personaje estaba muy mal de la cabeza. Los primeros debían llevar allí desde hacía décadas. Busqué el que me había quitado a mi, lo encontré era de los últimos. Tenía un corte muy profundo, no se podría arreglar, pero era mio. Me lo llevé, y nunca más volví a jugar al fútbol en los jardines.

No hay comentarios: