Mi jefe tenía muchos aires de grandeza, quería llegar alto, e intentaba acercarse, siempre que tenía ocasión, a las personas con poder. Intentaba sacar fotos del asunto y/o contar los acercamientos, floreándolos. Un saludo lo convertía en una conversación de media hora, un comentario en un acto lo convertía en una confidencia del poderoso.
Tenía en su despacho una foto de la Reina saludándole en un acto acto oficial, y lo adornaba siempre que tenía ocasión.
Por eso me pareció más vergonzoso aun, aquella vez que por saludar a un Secretario de Estado apartó a la Ministra, al no reconocerla, y la menospreció dándole la espalda, y donde termina esta, al agacharse en la genuflexión al Secretario.
687 - La cascada de "entonces..."
Hace 1 semana
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