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De misiones a Arequipa

Cuando dijeron que se iban, nos dio un sincope.

Mi hija se iba de misiones con un barbudo. Se iban en unos días, no nos daba tiempo a convencerles de su equivocación. Había que hacer algo. Llamamos a sus amigos, pero estaban todos locos, a todos les parecía bien.

La única opción era raptarlos, atarlos a un árbol y esperar a que se les pasase esa fiebre.

Irse a Arequipa, ¿estaban locos? ¿que se les había perdido allí?



Lo que me daba miedo era no ver a mi niña. Lo que me daba envidia era su valor.

Al cabo de los años lo entendí. Nosotros habíamos pasado una vida anodina, ellos una VIDA con mayúsculas.

1 comentario:

eredondo dijo...

Un beso a Gonzalo, Isabel, Ángel y Carmen